La seleccionadora Anna Tarrés seguro que tiene su versión, y es diferente de la publicada por las chicas que denuncian su trato vejatorio, pero la famosa carta, firmada por quince nadadoras, confirma lo que todo el mundo sabía dentro de la Federación de Natación y que ninguno de sus presidentes quiso parar, hasta el día en el que le anunciaron a Tarrés que ya no seguía. Eso sí, después de ganar otras dos medallas en Londres. Echarla antes no, por supuesto que no.
Lo triste es que los oros, las platas o los bronces lo hayan tapado todo y que incluso Gemma Mengual, ahora una de las sustitutas de Tarrés, critique que esto salga a la luz y diga que ahora no toca sacar mierda. Yo pienso todo lo contrario, es el momento de depurar responsabilidades y que algo así nunca más vuelva a suceder en nuestro deporte.
El fin no justifica los medios. La vida vale más que cualquier medalla.